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PREPARAR NUESTRO CORAZON PARA RECIBIR LA NAVIDAD.......

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Se acercan las fechas para celebrar una vez más el nacimiento de Jesús. Esperamos con ánimo todo lo que conlleva una celebración de éste tipo, ir viendo lo que vamos a comprar para preparar la fiesta de la noche de navidad; listas de regalos que esperamos dar y también recibir.

¿Qué es lo que celebramos realmente? 

Una fiesta que no necesariamente debe ser el acudir a las tiendas departamentales, sino que el verdadero origen de éste acontecimiento tuvo lugar en un pesebre que no tiene nada de relación con los grandes banquetes que procuramos darnos en estos días. Tenemos que hacer un esfuerzo para que la navidad que esperamos con ansiedad no quede sólo en una frustración por el obsequio que no recibimos.

¿Dónde encontrar un camino para prepararnos a la navidad? 

No tenemos que ir muy lejos, ya que la misma liturgia de la palabra que nos ofrece la Iglesia da un camino que nosotros podemos tomar, un camino son las lecturas de los diferentes domingos de Adviento.

“Velen y estén preparados, por que no saben cuándo llegará el momento”

La primera invitación que nos hace el Evangelio del primer domingo de adviento parte de la misma preparación, debemos de cuestionarnos: ¿Nos preparamos? ¿Velamos? Si tomáramos en serio este asunto de la preparación de la navidad, no se reduciría en una fiesta en la que sólo nos queda como recuerdo una indigestión por la cena que hacemos, sería una transformación, un refrescar nuestra vida cristiana, por eso el primer paso que se nos propone es tomar la iniciativa de prepararnos, es decir, tomar una actitud de desear realmente la venida de Jesús, principalmente una actitud que nos haga el querer recibir a Jesús en nuestro corazón; la oración es también una manera muy buena e importante para prepararnos para la venida de Dios.

“Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos” 
 Debemos de reflejar en ésta época la paz, muy carente en nuestra sociedad 
El anuncio que hace Juan el Bautista en el Evangelio de Marcos nos da la pista para un segundo momento, el cual después de querer recibir a Jesús, lleva a un cambio de vida. Retomemos el camino perdido, para poder reconocer a Jesús primero tenemos que reconocerlo en nosotros mismos, reconocerlo en el otro, el otro como hermano. Perdonemos ofensas, acerquémonos más a los otros. Comencemos con nuestra propia familia, hermanos y vecinos. Es muy importante el punto de enderezar el camino, tanto que lo volvemos a tomar para el tercer Domingo, hagamos que nuestra vida se transforme, así será sencillo recibirlo.

“Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo”

Una vez que hemos iniciado el camino para recibir al Señor, Él mismo llega a nosotros, nos dice por medio del Ángel: “No temas, porque has hallado gracia ante Dios”. Debemos de recordar que Dios es quien sale a nuestro encuentro, por eso es necesaria una actitud como la de María: “Yo soy la esclava del Señor”, es decir, me entrego al plan de Dios. ¡Quiero que Dios actúe en mí! ¿Cuántas veces nos dejamos llevar por la moda o la corriente en la que se nos invita a actuar de forma individualista y egoísta que olvidamos que la navidad es cuando celebramos la llegada de Jesús? Por eso ahora debemos de retomar el camino.

La primera consecuencia de tomar la actitud de recibir a Jesús nos la dice el Ángel: “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” debemos de reflejar en ésta época la paz, muy carente en nuestra sociedad, partiendo desde la cosas muy sencillas, desde el ser amables con el desconocido en la calle, con nuestra familia, y así la semilla que sembremos cada día, será fruto abundante en el futuro, principalmente en nuestro corazón.

Por último algo muy importante: ¡seamos alegres! Tomemos en cuenta que es Dios quien viene a nosotros, es Él quien busca vivir en nuestros corazones, que nuestra vida sea reflejo de la alegría que nos da el recibir y el vivir el nacimiento de Jesús.


Cómo preparar nuestro corazón para la Navidad

Al iniciarse las fiestas de Navidad, todos deberíamos abrir nuestro corazón para recibir una vez más el testimonio de que Cristo nació como el Salvador del mundo, que vive, y que mediante Él, nosotros volveremos a vivir. Durante el Devocional de Navidad del 4 de diciembre de 2011, el presidente Thomas S. Monson, el presidente Henry B. Eyring, primer consejero, y el presidente Dieter F. Uchtdorf, segundo consejero, nos animaron a abrir el corazón.

Presidente Monson: No existe mejor época que ésta

“No existe mejor época que ésta, esta misma época de Navidad, para que todos nos dediquemos de nuevo a los principios que enseñó Jesús el Cristo”, dijo el presidente Monson. Habló de ver la comercialización anual de la Navidad, de cómo la Navidad cada vez es menos acerca de Cristo y más acerca de ventas, fiestas y regalos.
Aun así, el presidente Monson dijo: “La Navidad es lo que nosotros hacemos de ella. A pesar de todas las distracciones, podemos asegurarnos de que Cristo sea el centro de nuestra celebración. Si no lo hemos hecho ya, podemos establecer tradiciones navideñas para nosotros y para nuestra familia que nos ayuden a captar y mantener el Espíritu de Cristo”.

Tres historias de Navidad

El presidente Monson dijo que cada año, cerca de la Navidad, lee la historia del nacimiento de Cristo, como se relata en el evangelio de Lucas. También lee Canción de Navidad, de Charles Dickens, y La mansión de Henry Van Dyke, y recuerda el cambio en el corazón que se produjo en Ebenezer Scrooge, y las lecciones acerca del verdadero significado de dar que aprendió John Weightman. Ambos personajes aprendieron que la recompensa en el cielo está basada en olvidarse de uno mismo, y no perseguir el lucro ni reconocimiento del mundo.
El presidente Monson nos rogó a cada uno que no simplemente pasáramos la Navidad, sino que la conserváramos en nuestro corazón y en nuestra vida.
“Porque cuando mantenemos el espíritu de la Navidad”, dijo, “mantenemos el Espíritu de Cristo, porque el espíritu de la Navidad es el Espíritu de Cristo. Eliminará todas las distracciones que nos rodean que menoscaban la Navidad y reemplazan su verdadero significado”.
El presidente Monson hizo entonces un resumen de los muchos dones que recibimos porque el Padre Celestial nos dio como regalo a su Hijo, enviándolo a la tierra como nuestro Redentor.
“Gracias a que Él vino a la tierra, tenemos un ejemplo perfecto a seguir. Al esforzarnos por ser más como Él, tendremos alegría y felicidad en la vida y paz cada día del año. Es Su ejemplo que, al seguirlo, hace que dentro de nosotros sintamos más bondad y amor, más respeto y preocupación por los demás.
Debido a que Él vino, nuestra existencia mortal tiene sentido.
Porque Él vino, sabemos cómo llegar a los que tienen problemas o están en peligro, estén donde estén.
Porque Él vino, la muerte ha perdido su aguijón, la tumba su victoria. Volveremos a vivir porque Él vino.
Porque Él vino y pagó por nuestros pecados, tenemos la oportunidad de ganar la vida eterna.
Porque Él vino, nos hemos reunido esta noche para adorarlo a Él, en lazos de hermandad y amor.
Que Su precioso espíritu esté con nosotros, y que Él siempre sea el centro de nuestras celebraciones y de nuestras vidas”.

Presidente Eyring: Regalos que podemos ofrecer a otros por Él

El presidente Eyring relató las milagrosas historias de las escrituras acerca de las señales del nacimiento de Cristo. También comentó los relatos de las Escrituras que hablan de las visitaciones de ángeles para preparar el camino para la llegada del Redentor. Sin embargo, según dijo, la lección de este mensaje no es en cuanto a tener experiencias maravillosas.
“La lección no es que nosotros podemos tener esas maravillosas experiencias cuando las deseemos”, dijo el presidente Eyring, “ni que las tendremos aunque sintamos gran necesidad de que así sea. La lección es que Dios conoce todas nuestras necesidades, que nos ama, y que vela por nosotros”.

El Padre Celestial nos dio un regalo: el Salvador

El Padre Celestial nos dio el regalo de un Salvador, dijo el presidente Eyring, y mediante la aparición personal del Padre y el Hijo, y mediante ángeles, “Él ha restaurado la Iglesia de Jesucristo en los últimos días. Él ha llamado a profetas y apóstoles para guiarnos a la seguridad en esta vida, y a la vida eterna en el mundo venidero. Jesucristo fue crucificado y resucitó para que podamos volver a vivir y seamos purificados y limpios del pecado”.
Ésos, dijo, son regalos que nos ha dado y que nosotros podemos ofrecer por Él a otras personas.
“Ustedes pueden brindar una gran y maravillosa Navidad si recuerdan los regalos que Dios les ha dado y, de la mejor manera, los ofrecen a los demás como Él lo haría”.

Vea y comparta videos nuevos

El presidente Eyring también anunció que se colocarían en internet alrededor de 50 cortometrajes en video, en el sitio VideosdelaBiblia.org; estos videos serán gratuitos, para uso de todos y para compartir. Han sido creados por la Iglesia para ayudar a los miembros de la Iglesia y a otras personas en todo el mundo a fin de desarrollar una mayor comprensión y fe de la divinidad del Salvador, Su misión y ministerio.
Dijo que los videos se crearon con la esperanza de que todos aquellos que los vieran sintieran la “luz y la alegría de las visitaciones angelicales que enmarcaron el regalo de nuestro Padre Celestial: Su Amado Hijo como nuestro Redentor”.

Presidente Uchtdorf: La Navidad es sobre Cristo

El presidente Dieter F. Uchtdorf, de la Primera Presidencia, comentó en cuanto a la presión y ansiedad que a menudo sienten los que se centran en el aspecto temporal de la época de Navidad: “Nos hemos formado una imagen mental de cómo debe ser todo: el árbol perfecto, las luces perfectas, los regalos perfectos y los acontecimientos familiares perfectos. … [Pero] tarde o temprano, ocurre algo desagradable… y la Navidad perfecta que habíamos imaginado, la magia que habíamos intentado crear, se hace añicos a nuestro alrededor”.
Sin embargo, si estamos dispuestos a centrar el corazón y la mente en el espíritu de la Navidad, dijo el presidente Uchtdorf, “reconoceremos hechos maravillosos a nuestro alrededor”.

Veamos la Navidad por lo que verdaderamente es

Continuó: “Por lo general, se trata de algo pequeño: leemos un versículo de las Escrituras, oímos un sagrado villancico prestando verdadera atención a la letra o presenciamos una expresión sincera de amor. De una u otra manera, el Espíritu nos toca el corazón y vemos que la Navidad es, en esencia, algo mucho más sólido y perdurable que la infinidad de objetos insignificantes con que solemos adornarla.
“En esos preciados momentos nos damos cuenta de lo que ya sentimos y sabemos de corazón: que la Navidad es sobre Cristo”.

Lo que podemos dar

El presidente Uchtdorf dijo que nosotros, al “igual que los Reyes Magos de antaño, debemos buscar al Cristo y poner a Sus pies los regalos más preciados: un corazón quebrantado y un espíritu contrito. Debemos ofrecerle nuestro amor. Debemos entregarle nuestra disposición a tomar sobre nosotros Su nombre y caminar por el sendero del discipulado. Debemos prometerle recordarlo siempre, emular Su ejemplo y andar haciendo bienes”.
No podemos ofrecerle la perfección, y el Salvador no lo espera, dijo el presidente Uchtdorf. “Pero Él requiere que le brindemos como regalo nuestro mejor esfuerzo por movernos, paso a paso, caminando por las vías que Él ha preparado y enseñado”.

Los regalos del Salvador a nosotros

“Los regalos del Salvador son extraordinarios”, dijo el presidente Uchtdorf. Explicó que mediante la Expiación, el Salvador nos ofrece la inmortalidad, el perdón y la vida eterna.
Aunque algunos de los regalos que Cristo nos haga los recibiremos cuando nuestra vida en la tierra finalice, el presidente Uchtdorf remarcó los muchos regalos que el Salvador nos hace cada día. “Nos promete estar con nosotros, venir cuando necesitemos consuelo, levantarnos cuando tropecemos, llevarnos en brazos si es necesario, llorar, reír, lamentar y regocijarse con nosotros. Cada día nos ofrece tomarnos de la mano y ayudarnos a convertir una vida ordinaria en experiencias espirituales extraordinarias”.

Cristo el Rey ha venido

El presidente Uchtdorf concluyó: “Por supuesto, para recordar a Jesucristo, el Salvador, no es preciso tener una festividad navideña ni tradiciones de Navidad… Y que todas las Navidades nos recuerden elevar la voz y llenar nuestro corazón de gozo y gratitud, ¡porque ha venido Cristo el Rey! ¡Cristo vive! Es real. Es nuestro Redentor, en Navidad y siempre”.

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